No nos rindamos con nuestros hijos antes de intentarlo
El otro día, en una conversación con varios padres, salió el tema de la educación en valores. Y en menos de dos minutos ya estábamos en el clásico «es que ya no se puede».
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- «No podemos obligarles a ir a misa.»
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- «¿Hablarles de virginidad? ¡Nos van a mirar raro!»
- «La sociedad va en contra, si lo intentamos, lo van a rechazar.»
Y mientras los escuchaba, pensaba:
¿Desde cuándo hemos decidido rendirnos antes de intentarlo?
Porque lo que veo es que nos hemos comprado el discurso de que no podemos hacer nada.
Que lo normal es ceder, que no hay que molestar, que si la corriente va en una dirección… pues habrá que ir con ella.
Y ese pensamiento, aunque suene lógico, es justo lo que nos está haciendo perder la batalla.
El famoso «total, qué le vamos a hacer»
Hay un problema con esta actitud.
Y no es solo que nos limitemos nosotros. Es que les limitamos a ellos.
Si dejamos de hablarles de Dios porque «ya no está de moda»,
Si dejamos de exigir porque «ya no es lo normal»,
Si nos convencemos de que «van a hacer lo que quieran igualmente»,
¿qué mensaje les estamos enviando? ¿Acaso hemos «tirado la toalla»? Revisemos nuestra actitud
Los jóvenes pueden con más de lo que creemos
A veces nos olvidamos de que los grandes cambios en la historia los han hecho los jóvenes.
Gente que no se conformó, que no se dejó llevar por lo fácil.
Pero si a nuestros hijos nunca les enseñamos que hay otra manera, si nunca les pedimos nada grande, si los tratamos como si fueran incapaces de entenderlo…
¿Cómo van a querer más?
Porque aquí la cuestión no es si lo aceptan a la primera, si les entusiasma o si se quejan.
La cuestión es si nosotros, como adultos, seguimos creyendo en lo que transmitimos.
Porque si nosotros no lo creemos…
¿cómo esperamos que ellos lo hagan?
No les demos menos de lo que merecen
Si queremos que sean jóvenes con valores, tenemos que hablarles de valores.
Si queremos que no se conformen con lo fácil, tenemos que mostrarles lo grande.
Porque el problema no es que ellos no quieran.
El problema es que nosotros hemos dejado de proponérselo.
Y sí, habrá momentos en los que pongan cara de «qué pesados sois».
Habrá días en los que parezca que no sirve de nada.
Así que… ¿y si lo intentamos?
A lo mejor nos sorprenden.
Nos leemos pronto.
"Educar no es sembrar y cosechar en el mismo día"